Friday, November 14, 2008

corte

Y allí sin más se enciende una luciérnaga viscosa que quiere escaparse entre el pasto alto que pica en los tobillos. Resignando la muerte, el duelo se desvanecía.

Y ante la luna que se alza se descuelga el viento.
Luz dorada sobre la bahía de Montevideo.
Cruces plateadas en el cielo.
Mar negro marrón de Montevideo.

Se queman los calendarios y no se empieza uno nuevo.

1 comment:

alotropico said...

Qué lugar tierno y dulce. Me sorprende que se conserve ese tono en estos cielos eléctricos. Es toda una enseñanza para un murciélago. Vamos a estar colgados por aquí, con la cabeza hacia abajo.

Besos ciegos,